Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DEL PERÚ



Comentario

Capítulo XXXVIII


Del orden que tuvieron los indios en el año

No tuvieron los indios y sus Reyes menor cuidado en la división del año, y en ordenar las fiestas que en él se habían de hacer a sus tiempos y ocasiones, midiendo las diferencias y mudanzas del año, que en las demás cosas que para la policía y gobierno y regimiento deste reino establecieron porque, según veremos ahora, no les llevaron ventaja los antiguos egipcios, ni los astrónomos más sabios, que ordenaron el año, partiéronle en doce lunas o meses, y los más días que sobraban, consumíanlos con las mismas lunas, y a cada luna o mes tenían puesto su mojón o pilar alrededor del Cuzco, donde llegaba el sol aquel mes; y estos pilares eran principales adoratorios, a los cuales los indios ofrecían diversos sacrificios, y todo lo que sobraba de los sacrificios de las huacas, se llevaba a estos pilares que se llamaban sucanca. El que era principio del invierno se llamaba pucuy sucanca; y el principio del vereno, chirao sucanca. Al año le nombraban huata en la lengua quíchua, y en la aymara mara. A la luna y mes llamaban quilla, y en lengua aymara pacsi.

Cada mes del año tenía diferentes fiestas y sacrificios por su orden, todo lo cual ordenó y dispuso el prudentísimo Pacha Cuti Ynga, haciendo que el año comenzase por diciembre, que es cuando el sol llega a lo último de su curso, al polo antártico de acá. Algunos dicen que, antes que esto mandase Pacha Cuti Ynga, el año, según la orden antigua, tenía su principio desde enero.

Viniendo, pues, particularmente a hacer mención de las fiestas y solemnidades: cómo las celebraban y regocijaban los indios por sus meses. La primera que hacían, en el mes de diciembre; y ésta era la más principal, que llamaban el capacraymi, porque al mes de diciembre decían raymi. En esta fiesta ofrecían una multitud de carneros y de corderos en sacrificio, y se quemaban con leña labrada y olorosa, y traían para ella carneros de oro y, plata, y se ponían las estatuas del Sol y del Trueno, porque decían que era padre, hijo y hermano que los tenía el Sol. En estas fiestas se dedicaban los muchachos hijos del Ynga, y les ponían los pañetes y horadaban las orejas, armándolos caballeros, y los viejos los azotaban con hondas, y el rostro se lo untaban con sangre; todo en señal que habían de ser leales, y, servir con mucho amor y fidelidad al Ynga.

Ningún extranjero podía, en este mes y en su solemne fiesta, estar en el Cuzco y, mientras se hacían, estaban todos fuera y, acabadas, entraban dentro, y les daban ciertos bollos de maíz con sangre del sacrificio, los cuales comían en señal de unión y amistad con el Ynga, y de que quedaban confederados. Con esto hacían diferentes ceremonias, de las cuales algunas han perseverado hasta el día de hoy, como son el poner los pañetes a los muchachos, como dijimos arriba, aunque con recato y disimulación, porque no se entienda. Aún en la fiesta del raymi, en muchos lugares del Reino, la suelen celebrar encubiertamente, al tiempo de sembrar, con muchos bailes y danzas, y al coger, que es por Corpus Christi, haciendo ritos antiguos que ya se van olvidando.

La fiesta del segundo mes se llamaba camay, en que hacían diversos sacrificios, y las cenizas echarían por un arroyo abajo. Este mes es enero.

Al tercero mes y fiesta llamaban huatunpucuy, y en ella sacrificaban cien carneros. Este mes corresponde a febrero.

El quinto mes y fiesta se decía arihuaquis, que es abril, y en él sacrificaban otros cien carneros moro moros, que son pintados.

El sexto mes llamaban atumcuscuy amoray, que es mayo, y en él sacrificaban otros cien carneros de todos colores. En esta luna y mes, que es cuando se traía el maíz de la era a casa, se hacía la fiesta que aún hoy es muy usada entre ellas. Dicha aymoray, la cual ordenaban viniendo desde la chácara a su casa, con mucha alegría, refiriendo ciertos cantares en que rogaban dure mucho el maíz, y llegados a casa, hacían una huaca del maíz, la cual ponían por nombre Mamacara, tomando de la chácara cierta parte de maíz más señalado, en alguna cantidad, y poniéndolo en alguna troje pequeña llamada pirua, con ciertas ceremonias, y velando tres noches. Este maíz metíanlo en las mantas más ricas y preciosas que tenía cada uno, y lo tapaban con ellas y, cubierto y aderezado, adoraban esta pirua, y tenían en suma veneración, y dicen que es la madre del maíz de su chácara, y que, mediante ella, se daba y conservaba el maíz por todo el año. En este mes se hacía un sacrificio particular: los pontífices y hechiceros preguntaban al maíz si tenía fuerza y vigor para el año que viene, y si el maíz respondía que no le tenía, le llevaban a la mesma chácara, a quemarlo y ritos que la pasada, diciendo que la renuevan, para que no perezca la semilla del maíz, y haciendo nuevos sacrificios, le preguntan si durará hasta otro año. Si respondía que tenía fuerza, la festejaban y dejaban estar, guardándola. Aunque haya cesado esto en público, en secreto lo hacen, mudando las ceremonias y supersticiones, porque sea oculto y se advierta menos en ello, lo que los con la mayor solemnidad que cada uno podía. De nuevo hacían otra pirua con las mismas ceremonias curacas deben advertir con cuidado.

El séptimo mes, que corresponde al de junio, se llamaba aucay cuzqui intiraymi. En él se hacía fiesta llamada intiraimi, en que sacrificaban cien carneros huanacos, y a ésta llamaban ellos la fiesta del Sol. En este mes se labraban mucho número de estatuas de leña de quisuar, y las vestían de ropa y las vestiduras ricas, y con ellas ordenaban el baile dicho caio, y derramaban flores en gran cantidad por el camino, y los indios venían embijados, y los señores con unas patenillas de oro puestas en las barbas y cantando. Esta fiesta cae al mismo tiempo que la nuestra tan celebrada del Corpus Christi, como está dicho; y a vueltas de las solemnidades que hacen para ella, mezclan ceremonias y ritos antiguos, de los que solían en este mes.

El octavo decían chahuahuarquis, y en él se quemaban cien carneros, todos pardos, de color de viscachas, que son como conejos de Castilla. Este mes es nuestro julio. Los demás, y las fiestas extraordinarias, irán en el siguiente capítulo.